Un coqueto sitio de tapas variadas asentado en un pequeño almacén típico de las construcciones lanzaroteñas y en una acogedora terraza. La decoración es muy discretita, de una casa de comidas, pero en su interior uno pasea la mirada sobre el aspecto más curioso de sus detalles: las firmas, dichos, sentencias que la clientela de Casa Juan Ramón, rotulador negro en mano, han ido dando sabiduría a las paredes que rodean las mesas y sillas donde degustan los comensales.